EL PRESIDENTE COMULGA LA HOSTIA EN PLENA CALLE Y SIN CONFESARSE
Todos conocíamos el gancho de
Rajoy en la tierra que lo parió, Pontevedra. Lo que no sospechábamos, ni
remotamente, es que el gancho allí era de izquierda. Ayer pudimos contemplarlo
gracias a las cámaras de los móviles de sus simpatizantes. Pudimos ver como ese
gancho pontevedrés se transformó súbitamente en un arrebato místico que le curó
repentinamente de su miopía pues le hizo despojarse de sus gafas allí mismo, al
instante. Y es que Rajoy, de sobra es conocido,
hasta el momento mismo del milagroso arrebato de ayer, no sólo era miope
con los problemas del país, sino que literalmente no veía ni torta, como se
pudo comprobar «in situ», ayer en Pontevedra. Pero la cosa no quedó ahí. Los
que comparten el día a día con el todavía presidente, afirman que desde el
suceso le notan cambiado, pues no para de hacer chistes y chanzas como toda la concurrencia pudo
comprobar en el mitin celebrado posteriormente en A Coruña, ya desprovisto de
sus gafas, en el que afirmó que «siempre he pertenecido al PP. Comencé en la
base, pegando carteles como se hacía antes. Bueno.... todavía siguen pegando...
en Pontevedra...» para a continuación reírse de si mismo y de su situación,
cosa que no se acontecía desde que los astros se confabularon para que Massiel
ganase Eurovisión. Sus rivales electorales piensan que ha nacido un nuevo
Rajoy, y temen que se haya convertido en un enemigo invencible tras ese «despertar de la fuerza» en su tierra
natal, que puede acompañarle desde ese mismo momento, no en vano las señales de
haberla recibido aún se pueden apreciar en su rostro, más completamente en su pómulo izquierdo. Pero tampoco
falta quien afirma que el suceso de Pontevedra es simplemente un acto
promocional más del lanzamiento de la próxima película de la conocida saga de
la factoría Lucas. Y es que de todos es de sobra conocida (y padecida) la gran
pasión del presidente por la ciencia ficción.
El vídeo del momento de la milagrosa imposición de mano (puño)
En cuanto al autor de la imposición de manos por cuya intercesión se
obró tan poderoso milagro, muy poco se sabe. Todo son rumores. Hay quien afirma
que quería comprobar de primera mano (más bien de primer puño) si era cierto,
como afirman muchos, que Rajoy era sólo un holograma programado por la Merkel o realmente es de carne y hueso. Por el balanceo posterior subsiguiente creemos que le quedó
meridianamente claro. Otros sin embargo afirman que el rapaz quiso resintonizar
la pantalla de plasma en la que habita desde hace cuatro años el presidente, y
lo quiso hacer como se hacía antaño, en las teles analógicas, dándole un
golpecito, pero se le fue la mano, o más bien, el puño. Tampoco falta quien
afirma que en su entorno, afín al presidente, alguien afirmó que Rajoy
necesitaba un toque de realidad, y el chaval, en su ingenuidad y por el bien
del partido, se lo proporcionó. Una simple falta de tacto. Los defensores de
esta hipótesis se apoyan en la teoría de la «hostia a tiempo» tan seguida por
las huestes peperas.No hace mucho que todos vimos al propio Rajoy aplicar este principio a su propio hijo, propinándole una colleja. Quizás el impositor de manos, sólo quiso decirle
«atrévete con uno de tu tamaño». Otras
posturas más conciliadoras apuntan a aquel cacareado «quizás no supimos
transmitir...» de aquel famoso video del PP de la reunión de salón en la que
sus dirigentes ponían de manifiesto su preocupación por la falta de tacto y
«mano izquierda» del partido hacia su electorado y el chaval, quizás preocupado
por ese problema del partido, puso manos (o puños) a la obra para solucionarlo.
Y vaya si lo solucionó. Deberían nombrarlo director de estrategia del partido.
Rajoy, ya sin gafas, una vez obrado el milagro de la imposición de mano (puño) |
En otra línea de argumentos, en los partidos rivales, hay voces que apuntan que puede ser todo un montaje, en el último intento deseperado del partido popular de rascar ese voto indeciso que pueda hacerles alcanzar una mayoría absoluta que, de momento, parece inalcanzable. Pero piensan en el pp que quizás la alcancen a base de hostiones.
Tampoco ha faltado quien ha pedido una indemnización para el impositor de manos, por dos razonados motivos. En primer lugar, por librar al presidente de su miopía con tan solo una imposición de manos, y en segundo pensando en el dolor intolerable que propicia en la mano (puño) golpear un rostro tan duro como el cemento armado.
© FUNES 2015 (casi 2016)
No hay comentarios:
Publicar un comentario