El ridículo habitual que hacen nuestros políticos habitualmente, se ve incrementado exponencialmente en época de campaña electoral, En la actual, una de las más reñidas en lo que concierne a la gilipollez aplicada por los candidatos, la más hiperactiva en tal materia tan delicada, es la mojna vicepresidenta del convento de Génova, Sor Aya de Santa María Purísima Sainz Pecado Concedido, que se ha soltado el pelo al más puro estilo del socialista catalán Iceta protagonizando un baile en el espacio televisivo El Hormiguero. Es curioso que en el arte de hacer el tonto por el voto, rivalicen tan perfectamente los dos partidos del bipartidismo español más clásico. No contenta con tal fechoría, se ha venido arriba y se ha atrevido a protagonizar la película «7d, el debate decisivo» en la que interpretaba el papel del protagonista, Mariano Rajoy Brey, un presidente de gobierno acojonado y escondido frente al acoso de los partidos de la oposición. Por tan magnífica interpretación será nominada al mejor actor secundario de los Goya, aunque ella preferiría el «poya» que seguro le reportaría muchas más satisfacciones, sobre todo en la intimidad de su dormitorio.
Pero todas estas payasadas se quedan un tierno juego infantil si lo comparamos con la sublime ocurrencia de Rajoy de hacerse una operación de cambio de sexo. Advertido por sus asesores de que se trata de algo irreversible, el hasta ahora presidente y posiblemente presidenta después del 20-D, argumentó que «para reversible ya tengo el chubasquero». Preguntado por las razones de tan inaudita medida de propaganda electoral en campaña, afirmó llevarlo a cabo «para ser la lista más votada» pues dice estar «harto de ser el tonto más votado» ya que, a pesar de ganar siempre o casi siempre, no siempre gobierna. Lo que no nos ha aclarado el candidato del partido popular a presidenta es si el recorte en los bajos se lo harán en la sanidad privada o en la pública. Y tiene su importancia el que lo hubiera aclarado, porque tratándose de recortar, su afición preferida, es la sanidad pública, pero, por otro lado, algo nos dice que lo hará en la privada pues, a pesar de ser un trabajo púbico, como se trata de eliminar la cola, es casi imposible en la pública.
En cuanto a las reacciones, al no ser un trasplante, no se prevee ninguna adversa. Pero desde los partidos de la oposición se califica como un nuevo recorte de Rajoy mientras que en su partido lo ven como una nueva medida para promocionar la eliminación de colas (¡que dolor!) en la sanidad. Alguno de sus rivales se ha atrevido a afirmar que su adición al recorte y la tijera, como otros la tienen al bisturí, le ha llevado a tal extremo.
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