OLP (Onda Letrina Productions LTD) 2.016 (de momento). Año XXVIII. Publicación mística. Prensa laxante. Consulte a su farmacéutico.
OLP declina toda responsabilidad en los eventuales daños cerebrales que puedan ser causados a un hipotético lector de esta publicación.

domingo, 8 de junio de 2014

LA LÍRICA CHAPERA MEDIEVAL: LA LEYENDA DEL ROBLE

Aunque muchos iluminados piensen que la homosexualidad es una «desviación» o «vicio» moderno derivado del «consumo masificado de ciertos alimentos que amariconan a la sociedad» y todos henchidos de razón señalan como culpables a «las nocillas estas de hoy en día», la mayonesa light o el agua mineral de sabores, lo cierto es que en la Edad Media, a pesar de no haberse inventado los vehículos a motor, había abundante, notoria y florida pluma. Menciono lo de los vehículos a motor, porque, aunque no lo parezca, tiene una trascendencia decisiva en la homosexualidad: el «cambio de acera», los retrovisores o la «pérdida de aceite» solo es posible si existen estos vehículos. Lo de la «pérdida de aceite» es evidente y lo del «cambio de acera» viene dado por la existencia de aceras, que solo surgen a partir de la existencia de calzadas para los vehículos a motor y para ordenar el tráfico de personas a pie en medio del tráfico rodado. Y que decir del retrovisor, tan necesario para evitar que te den por detrás.

Para hablar de esta tendencia sexual en la edad media, hemos de partir de un axioma ineludible, y es que en la Edad Media, lamentablemente, era muy raro que  una mujer supiese leer y mucho más raro, si cabe, escribir. Casi todas las féminas, incluidas las nobles, eran, lamentablemente, analfabetas. Quizás por ese miedo «tan machote» a que ellas los superasen en erudición.

Pues bien, partiendo de esta necesaria primera premisa, podemos hallar numerosos vestigios de la existencia de la homosexualidad en el día a día del medievo. Eso sí, casi siempre camuflado bajo el anonimato o elegías a las hazañas de uno o varios hombres.

A título de ejemplo mencionaremos un «ramillete» (o ramalazo) de obras de esa «ambigua» temática:

EL CANTAR DEL «MÍO» CID. Si damos por supuesto el analfabetismo femenino, ¿quien escribió este cantar?... Pues está claro, una pluma. El posesivo MÍO que se antepone al sustantivo CID, lo dice todo. No es necesario indagar más. Se trata de uno de los primeros ejemplos de «sensibilidad» mayor de lo normal.

CANTIGAS DE «AMIGO»: Si señor, todo un género literario dedicado al amor homosexual disfrazado bajo el amor de mujer. Evidentemente de mujer analfabeta, según hemos expuesto. Pero la clave está en la palabra «amigo» que es el «eufemismo» que los gays de hoy en día utilizan para designar a su pareja. Muchas de estas «cantigas» eran anónimas, escudadas en la coletilla «canción popular» pero hubo un rey, (¡que bueno es ser rey!) que tuvo lo que hay que tener para «salir del armario» e incluso fundó la primera asociación homosexual de la historia de España: la escuela de «traductores» de Toledo, reconocida historicamente por su 
ingente producción de cantigas de amigo. Hablamos, claro está, de Alfonso X el Sabio. Quizás lo de sabio sea por saber salir del armario...

EL BUSCÓN. Una de las pocas obras «sarasas» con autor conocido: FRANCISCO DE QUEVEDO Y VILLEGAS, de quien también se sospecha su homosexualidad. El título de esta obra, quizás lo delata.

EL ROMANCE DE LOS INFANTES DE LARA, coplilla anónima, que con este título, no solo manifiesta homosexualidad sino incluso pederastia. Su comienzo es aterrador: A cazar va don Rodrigo, y aún don Rodrigo de Lara.... Ese «a cazar...» unido a , «los infantes de lara....» cuando menos resulta muy sospechoso.. y... asqueroso.

Pero la obra que queremos hoy analizar en profundidad es la anónima LEYENDA DEL ROBLE, una coplilla chapera disfrazada bajo una elegía de hazañas bélicas y lances amorosos, perfectamente descritos, sin pelos en la lengua (aunque no se mencionan en el pubis) que conforma la típica poesía lírica chapera medieval. Dice así.

1 En un antiguo condado
2 de estirpe prosaica y noble
3 vive un pueblo acojonado
4 por la Leyenda del Roble.

5 Afincado entre jarales
6 de altas torres derruidas
7 ve cenecer los días
8 entre los vastos nogales
9 de hojas secas y sobrías.

10 Y como nido de cuervos
11 entre peñascos acervos
12 de caídos torreones,
13 se alza un castillo protervo
14 de mil pares de cojones.

15 Era el amo del castillo,
16 por vida y gracia disoluta
17 un gachó de horca y cuchillo,
18 mala leche, bruto y pillo,
19 un verdadero hijo de puta

20 Se llamaba Vergabundo
21 de Apalanca a Punta Pala
22 y era el cabrón tan fecundo
23 que, cuando se encandilaba,
24 daba por el culo a todo el mundo.

25 Cortejaba una doncella,
26 de carnes duras y prietas,
27 una gachí cojonuda
28 de exuberantes tetas.

29 Esta moza era sin faja
30 asombro de medio mundo
31 y en su honor Don Vergabundo
32 se hizo más de una paja.

33 Caminando con sus huestes
34 por los caminos de Olmedo,
35 vió cerca de una fuente
36 como la niña inocente
37 se estaba metiendo el dedo.

38 Al verla Don Vergabundo,
39 quedose un instante fijo,
40 más de pronto, en un segundo,
41 y enarbolando su pijo
42 arrastrola hasta un roble
43 y abriéndole los muslazos,
44 le sacudió cinco polvazos.

45 La doncella, aunque cachonda,
46 resistiose cual un mulo,
47 ¿Otra ronda? - gritó el Conde -
48 y asta la dió por el culo.

49 La muchacha cayó muerta.
50 No se sabe a ciencia cierta
51 qué fue lo que la mató,
52 si la embriaguez de la dicha
53 o los tres quince de picha
54 que el conde la regaló.

55 Y aquí termina la historia de
56 Vergabundo, el conde noble
57 que jamás enemigos tuvo
58 pues usó siempre la picha por lanza
59 y los huevos por escudo

Procedamos a su análisis:

En el verso 14 encotramos el primer «síntoma» de la tendencia homosexual del poema: se hace elogio del castillo por ser «de mil pares de cojones», es decir, se admira el castillo por su parecido con los órganos viriles.

En los versos 23 y 24 «que, cuando se encandilaba, daba por culo a todo el mundo» se muestran sin rubor, las preferencias sexuales del protagonista de la romanza épica.

En el verso 27, «una gachí cojonuda» se vuelven a reiterar los gustos sexuales del protagonista. Con el término «gachí» se designa a una mujer, pero al rematar el verso con «cojonuda» solo podemos colegir que se trata de un travesti, no operado de sus partes masculinas. Eso sí, dice en el verso 28 «de exuberantes tetas» lo cual nos indica que si ha sido operado de los pechos. En los versos 31 y 32, se reitera la condición de este travesti, pues habla de que «y en su honor don Vergabundo, se hizo más de una paja», evidentemente, al ser imposible la penetración vaginal.

En el verso 43 y 44 nos habla claramente de que al protagonista también le va «la chicha», igual que el «pescado»: «y abriendole los muslazos, le sacudió cinco polvazos» (aunque en otras versiones, como veremos, son solo tres). Quizás esto se halla metido en medio del poema para disimular la condición sexual del protagonista, porque realmente, con lo que culmina la historia es con los versos 47 y 48. cuando el protagonista pregunta «¿Otra ronda? - gritó el Conde - y asta la dio por el culo». En este caso asta no es la preposición, asta es sustantivo que significa cuerno, palo de la bandera, pincho..., vamos la «lanza viril» del conde. Asta, aquí, nunca puede ser preposición porque es proposición (el protagonista propone, pregunta: ¿Otra ronda?)

La versión que ha llegado a nuestros días (SINGLE), que ha sido mutilada, más breve, acorde a los tiempos que vivimos, que incluso en los años 80 fue popularizada como canción de excursionistas. Aquí podeis escuchar el audio.

1 Entre peñas escondido
2 de rica prosacia y noble
3 se halla un pueblo acojonado
4 por la leyenda del roble.

5 Habia un castillo feudal
6 de múltiples torreones
7 Era un castillo feudal
8 de mil pares de cojones.

9 Lo habita don Venebundo
10 Hombre sagaz y algo rudo
11 que cuando se encabronaba
12 daba por culo a "tol mundo"

13 Cortejaba a una doncella
14 de carnes duras y prietas
15 una gachí cojonuda
16 y de "suberantes" tetas

17 Salió el conde a guerrear
18 por las montañas de Arnedo
19 y se encontró a la doncella
20 que se metía el dedo

21 Se la llevaron al roble
22 le sujetaron los brazos
23 y don Venebundo el noble
24 le sacudió tres polvazos

25 La doncella, muy cachonda,
26 se resistió como pudo
27 El conde gritó: "¡Otra ronda!"
28 y se la endiñó por el culo

29 Nadie sabe a ciencia cierta
30 de qué cojones murió
31 si del gusto de la dicha
32 o de los metros de picha
33 que el conde le endiñó

En esta última versión (verso 18), se localizan las hazañas sexuales del noble en cuestión, en la comarca de las montañas de Arnedo, La Rioja. En el verso 5 al 8 volvemos a encontrar la admiración al castillo feudal por ser de «mil pares de cojones». Otra vez ensalzando los atributos masculinos.Se vuelve a reiterar la «gachí cojonuda» (verso 15) y en los versos 11, 12, 27 y 28 se vuelven a mencionar las prácticas sexuales favoritas del personaje.


Pero existen otras versiones, cada cual más explicita, si cabe: Versión VIDEOCLIP


Para finalizar aquí os dejo la letra de la versión MAXI-SINGLE DANCE:

En un antiguo condado
de estirpe y prosapia noble
entre peñas olvidado
hubo un pueblo cautivado
por la leyenda del roble

Afincado entre jarales
y otorres mochas, umbrías
fenecíanse los días
cabe los vastos nogales
de hojas secas y sombrías

Y como nido de cuervos
entre peñascos acervos
y caídos torreones,
se alzaba un castillo protervo
de tres pares de cojones.

Era el señor del castillo
de vida asaz disoluta,
un gachó de horca y cuchillo,
mala leche, bruto y pillo,
un verdadero hijoputa.

Se llamaba Beremundo
de Atalante y Puntalaba,
y era el cabrón tan fecundo
que se encandilaba… y daba
por el culo a todo el mundo.

En el lance o la venganza
jamás enemigo tuvo.
Con vigor y con pujanza
usó la picha por lanza
y los cojones de escudo.

Siempre andaba dando vueltas
tras una moza fornida
de carnes duras y prietas
con dos formidables tetas:
¡Una gachí cojonuda!

Era su cuerpo sin faja
asombro de todo el mundo.
El Conde, pensando en su raja,
se hacía en su honor… ¡una paja!
¡Vaya cerdo el Beremundo!.

Un día que con sus gentes
iba a los montes de Arnedo,
se encontró junto a la fuente
a la muchacha inocente
que se hurgaba con el dedo.

La llevaron junto a un roble,
le sujetaron los brazos,
y abriéndole los muslazos
Atalante ¡el conde innoble!
le sacudió tres polvazos

¡Aquello fue la remonda!:
La doncella, aunque cachonda,
se resistió como un mulo.
El Conde dijo: ¡Otra ronda!
y le atizó por el culo.

Gerineldo, el bello paje
viendo al Conde en aquel cuadro
lloraba por el ultraje:
Pues, aunque de humilde linaje,
era un niño al fin y al cabo.


Por ser dulce, guapo y fino,
le llamaban Pompolino.
Claro está que lo comprendo,
¡era un maricón tremendo!,
¡al pan … pan! y ¡al vino…vino!

Como tenía esa vena,
advirtió que algo faltaba
para completar la escena;
y lo que quedaba era
dar por el culo a Puntalaba.

Al notar que un bulto extraño
le atravesaba la ropa,
el Conde exclamó:
¡No me engaño!
¡Me están dando por la popa!

¡Mas juro por el dios Baco!
dijo ya sin disimulo:
¡A mí me darán por culo,
pero yo no me la saco!

Y ya cachondo y sin tregua
el Conde, que la agarraba,
le metió el cipote entero,
mientras el paje le echaba
gasolina en el trasero.

Dejáronla como una criba
los hidalgos y Atalante,
por debajo y por arriba,
por detrás y por delante.

La doncella quedó muerta…

No se sabe a ciencia cierta
qué fue lo que la mató:
Si el colmo de la dicha
o los tres metros de picha
que Atalante le metió.

Hoy el tiempo ya ha pasado;
del castillo derrumbado
apenas queda el escudo,
y las gentes se olvidaron
de aquel lance peliagudo.

Y nació una triste leyenda
por culpa de la jodienda
entre el Conde y la fermosa:
¡Escuchad con atención!…
¡Que tiene huevos la cosa!.

Y es que una doncella astuta
cierta noche declaró
que en el fondo de una gruta
Beremundo apareció…
¡Si sería hijo de puta!.

Le buscaron los villanos
con faroles en las manos…
y unidos en más de ciento
(con una chapa detrás),
fueron a verle al momento.

De pronto vieron al Conde
desnudo junto a la gruta
que se abría cerca el Roble.
Era un gran hijo de puta
pero al fin y al cabo… noble.

La polla a rastras traía
el fantasmal Beremundo,
tan larga como aquél día;
lo que prueba que seguía
cachondo en el otro mundo.

Con un cabrón semejante
ni la Parca acabar pudo…
y no menguó ni en un instante
la minina de Atalante.
¡Era un tío pelotudo!.

Gerineldo, con su historia,
figuraba ya sin vida
en el cortejo de gloria,
con una vela encendida
y el culo por palmatoria.

Detrás marchaba un doncel
ostentando con orgullo
un farol en el capullo
y en cada huevo un quinqué.

Orientóse entre las sombras
por el olor a chumino
que salía de las frondas
y encontró junto al camino
doce mancebas cachondas.

Cachondas sí ¡no me engaño!
Cachondas sí, por el nabo
que arrastraba Beremundo.
Porque aunque del otro mundo
era un nabo al fin y al cabo.

Sin dejarlas respirar
el Conde comenzó a hablar:
¡¡Doncellas!!, es mi desdicha
tener siempre que vagar…
¡hasta que me muerdan la picha!

Aunque os importe un cojón
esto que os hago saber,
como es mi salvación
me la tenéis que morder
¡por la gloria de Cotón!

Lo dijo con gesto fiero:
su diestra en la espada apoya,
mientras su fiel escudero
le perfuma, con esmero
la cabeza de la polla.

La manceba más pimpante
se acercó con desparpajo:
¡Acabemos pronto el lance!;
y le arrancó del carajo
los tres metros a Atalante.

Al ver su polla colgante
el Conde demostró asombro,
mas luego con buen talante
se la cargó sobre el hombro
y se marchó tan campante.

Y jura aquél que lo vio,
que del Roble, entre las vetas,
el Conde se las piró.
Es seguro que marchó
al Infierno…a hacer puñetas.

Y si os gustó la mi historia,
¡aplaudid sin disimulo!
si lo hacéis… ésa es mi gloria,
y si no…¡que os den por culo!.

© FUNES 2014